Cambia tu visón, cambia tu vida.
2016-05-10
El cuerpo, la mente y las emociones no son entes separados, son partes integrales de nosotros y están por lo tanto íntimamente relacionados.  Lo que pensamos afecta nuestras emociones y nuestras emociones tienen efectos directos en nuestro cuerpo.  La medicina está ahora empezando a tomar esta relación en cuenta y comienza a dejar de taratar al cuerpo como algo meramente biológico separado del estado mental y anímico del paciente.  Cada vez es más claro y obvio que la salud mental y emocional juegan un papel importantísimo en la salud física.  Esto es aún más claro en las condiciones como el lupus, que es una sobre-reacción del sistema inmunológico donde ataca a los órganos de la persona.
   El sistema inmune, al igual que los demás sistemas del cuerpo, toma su pauta del estado general de la persona, no sólo físico, sino también anímico y por lo tanto mental.  Si tu estás bien, tu cuerpo funciona como debe.  Si tu estás estresado, triste, enojado, deprimido o simplemente no encuentras sentido a tu vida y motivación para mejorar, tu cuerpo lo va a resentir y va a darte más síntomas.  Si estás, por el contrario, felíz, motivado, haciendo las cosas que convienen a tu cuerpo y tienes un sentido de vida fuerte, tu cuerpo automáticamente va a reaccionar de manera positiva dándote menos síntomas.
    Desde el cerebro se decide cómo es la realidad, vemos un mundo amenazante y estresante o maravilloso y seguro.  Lo que pensamos del mundo que nos rodea hace reaccionar al cerebro, que le manda las señales pertinentes a los órganos del cuerpo.  Por ejemplo, cuando nos sentimos amenzados, manda la órden a las glándulas suprarrenales para que produzcan adrenalina y estés listo para huir o defenderte de la amenaza, según sea el caso.  Si tu cerebro no percibe amenaza pues piensas que el mundo es agradble y tranquilo, manda la órden de producir serotonina y dopamina, relajándote y aumentando tu disfrute (además quitan el dolor de manera natural).  Cada vez que tengas un pensamiento, toma conciencia de las emociones que está creando y por lo tanto de las órdenes que va a emitir tu cerebro a los órganos del cuerpo y los sistemas que vas a activar con ellos.  Hazte responsable de lo que piensas y lo que sientes, haciéndote consciente de ello.
   Un cambio de visión significativo es dejar de pensar en tu sistema inmune como si fuese el enemigo.  Es sobrerreactivo, sin duda, pero no tiene ganas de lastimarte.  Así que hazte amigo de él.  Cuídalo.  Haz las cosas que le convengan a tu persona completa: cuerpo, emociones y pensamientos.  No basta con tomar medicamentos y dejarle toda la responsabilidad de tu bienestar al médico.  Después de todo, a la que le conviene sentirse bien es a tí, no a nadie más.
   Así que te propongo este ejercicio como primer paso para tomar responsabilidad de tí misma y de tu bienestar:
ME HAGO AMIGA DE MI CUERPO
Encuentra un lugar sereno y silencioso y un momento tranquilo.  Cierra tus ojos si te acomoda y ve sintiendo cada parte de tu cuerpo, desde los pies hasta la cabeza.  Toma en cuenta todos los detalles en cada parte: 
¿Cómo se sienten tus pies sobre el piso o apoyados en la cama, tus piernas, glúteos, etc?.  ¿Cómo se siente la ropa que llevas puesta?
¿Cómo es la temperatura del cuarto sobre tu piel?
¿Hay algún olor o sonido? Toma conciencia de el como parte del ambiente en el que estás.
Haz cualquier modificaión que desees para estar lo más cómoda posible.
Ahora vas a hacer un recorrido mental por todo tu cuerpo, poniendo tu atención en cada parte, por fuera y por dentro. 
Primero siente tu piel, el órgano más grande de tu cuerpo, el que te deja saber cómo es el mundo que te rodea y cómo está tu cuerpo en cada momento con todas sus terminaciones nerviosas, sus sensaciones que te dejan saber lo que es agradable y lo que no lo es.  Agradécele a tu piel por sus servicios, pues es como un escudo ante el mundo, pero un escudo interactivo que te deja sentir y disfrutar mientras te protege y delimita de lo demás que es no tu.
Siente o imagina tus músculos, huesos, tendones en el sistema músculo-esquelético.  Siente la fuerza de tus músculos y de tus huesos que dan estructura y movimiento a tu cuerpo, y agradéceles lo que hacen por tí.
Ahora siente o imagina tu sistema circulatorio con su infinidad de venas y arterias, y es órgano tan noble que jamás descansa, el corazón.  Este sistema lleva oxígeno y alimentos a todas las partes de tu cuerpo, manteniéndote viva, nutrida, con energía para poder ser y actuar en el mundo.  También se encarga de llevar las toxinas del cuerpo a ser filtradas y desechadas del cuerpo.  Da las gracias a este sistema por su incansable labor de mantener a todo tu sistema oxigenado, nutrido y limpio.
Ahora siente tu respiración, cómo entra el aire por tu nariz o tu boca, cómo pasa a través de tu garganta e infla tus pulmones, llevando el oxígeno que necesitas para vivir a tu sangre.   Ahora siente como exhalas, sacando aquéllo que no necesitas de tu cuerpo.  Observa como puedes regular tu respiración concientemente u olvidarte de ella y sigue funcionando incansablemente, día y noche sin parar.  Dale las gracias a este sistema también.
Ahora siente o imagina tu sistema digestivo, que convierte la comida en nutrientes que tu cuerpo puede utilizar.  Este es un sistema complejo que conlleva muchos órganos y funciones, desde la saliva y la masticación, la tráquea, el estómago que rompen los alimentos en partes más pequeñas que el intestino delgado puede absorber, con ayuda del hígado y la vesícula biliar.  Siente como el intestino delgado absorbe los nutrientes, y el grueso se deshace de lo que el cuerpo no puede utilizar.  Imagina a tus demás órganos internos y cómo cooperan en las funciones de regular el azúcar como el páncreas, de digerir y eliminar las grasas y las toxinas como el hígado,  imagina todos los procesos que se llevan a cabo en tu cuerpo para mantenerte nutrida y da las gracias a este sistema tan complejo y necesario.
Ahora imagina o siente los órganos de los sentidos, esos que son antenas de recepción del mundo que te rodea: los ojos, los oídos, el olfato, el gusto, el tacto.  Observa cómo sus pecepciones y reacciones te permiten navegar en el mundo, conocerlo, sentirlo, disfrutarlo.  También te advierten si algo no está bien, a través del dolor, el mal sabor o las sensaciones desagradables.  Son tu sistema de navegación en el mundo.  Dales las gracias.
Ahora visualiza tu cerebro, el centro de mando de todo este cuerpo, con sus funciones automáticas, mandando y regulando a todo el cuerpo y sus funciones, además de sus sietema de análisis de datos provenientes de los sentidos que le permiten darte una idea e interpretación del mundo en el que vives.  Piensa, y esta es una funcnión del cerebro, visualiza, y esta también lo es, imagina, no se podría sin cerebro.  Dale las gracias a tu centro de mando. 
Por último imagina o visualiza a tu sistema inmune.  Este es el ejército del cuerpo.  Obedece órdenes del cerebro, del centro de mando, pero es el encargado de patrullar el cuerpo y cuidarlo de amenzas externas.  Si tienes lupus, este sistema en tu cuerpo es hiperreactivo.  Hay que mantenerlo en paz y tranquilo, dile que todo está bien, que eres su amiga, que le agradeces su hipervigilancia, que no se lo tome tan a pecho, que se relaje un poco.  Prométele que tú vas a estar más tranquila en tus emociones, en tus pensamientos, para que así el centro de mando no mande tantas señales confusas, para que todo fluya en paz en tu cuerpo.
Haz un último recorrido mental por tu cuerpo, desde los pies a la cabeza, enfocando tu atención y agradeciendo a todo el conjunto que conforma tu cuerpo, cualquier parte u órgano que hayas dejado de lado, a tu cuerpo como totalidad que te da la vida momento a momento y sin el cuál no estarías aquí.  Y ahora, sigue con tu día o con tu noche.