Nuestra piel es la barrera que delimita lo que soy yo y lo que no soy yo. Nos protege de lo que allá afuera nos puede lastimar. Es la primera línea de defensa del cuerpo contra lo extraño. También es nuestro órgano sensorial más grande, haciendo del tacto el sentido más constante de los cinco. No hay un sólo momento en la vida en el que nuestra piel no esté en contacto con algo, el suelo, la ropa, el viento, la temperatura. Sin embargo es un órgano que muchas veces damos por hecho. Su salud y correcto funcionamiento requiere de cuidados. Los más básicos son una adecuada higiene y humectación de la piel, así como la protección del sol y de los químicos en el agua, el ambiente y los productos de limpieza que la puedan afectar. Cualquier síntoma, como enrojecimiento, comezón, erupciones o escamas de piel seca se deben de tomar en cuenta y atender.