Cuando tenemos lupus, cualquier situación de salud se puede agravar o complicar. Si es algo que viene de fuera, por ejemplo, un virus o una bacteria, nuestro sistema inmune no está concentrado solamente en atacar al enemigo externo, sino que una parte ataca al virus y/o bacteria y otra se confunde y ataca muchas veces al órgano que ya está siendo atacado por el microorganismo (o alguna otro órgano, es imposible predecir qué es lo que va a atacar). Es como un ejército sin sistema de comunicaciones con el cuartel general, que se encuentra en el campo de batalla y no distingue al enemigo, pero el campo de batalla es su propio territorio, la guerra se desata en sus propias ciudades y el ejército no distingue a propios de ajenos y decide mejor destruir todo. ¿Te imaginas el desastre que sería? Pues ese desastre se provoca dentro del cuerpo de un lúpico cada vez que se sucita una crisis, es éste ejército enloquecido atacando todo. Lo único que pueden hacer los médicos en estos casos es matar al ejército mismo. Nos dan medicamentos supresores del sistema inmune para aniquilar a nuestro ejército, en un intento de que deje de atacar a sus propias ciudades (órganos). ¿Entonces que pasa con el enemigo real? Pues ya no tiene oposición, ya no hay defensa en su contra, se reproduce y ataca sin ningún obstáculo. Es por esto que un simple catarro en un lúpico puede ser una pneumonía de hospital en poco tiempo, porque se puede complicar de tal manera.
Cómo si esto fuera poco, cuando ataca a algún órgano interno (detonado por otros factores, no necesariamente microorganismos, sino otros como emociones fuertes, cambios hormonales, estrés, luz solar, etc.), no hay defensa contra él. Volvemos a la analogía del país, tu nación no tienen más defensa que su ejército. Si éste lo ataca, está completamente vulnerable. Esas son las malas noticias, y la respuesta a qué se puede complicar, pues todo. Las buenas noticias es que si tu país (cuerpo) está bien, fuerte y balanceado, puede aguantar las embestidas del sistema inmune y recuperarse más pronto de ellas. La solución que yo he encontrado ha sido ésta, mantener a mi cuerpo lo más sano, desintoxicado, fuerte y tranquilo posible. De esta manera he logrado que los ataques sean muchos menos, mucho menos agudos y mi cuerpo se recupere más pronto. Esto de mantener al cuerpo bien, tranquilo, fuerte es un sistema, hay que tomar en cuenta todas las partes: el cuerpo físico, los pensamientos, las emociones y hasta lo espiritual. Sólo si mantenemos todo el ser completo bien, tendrá la fortaleza física, anímica y espiritual para hacerle frente a los ataques del sistema inmune.