En la vida lo que define cómo te sientes es en gran medida tu punto de vista. Siempre tienes una elección acerca de cómo tomas las circunstancias de la vida y cómo te sientes con respecto a ellas. Este es, sinembargo, un gran reto. Es extremadamente difícil mantener un punto de vista positivo cuando te sientes terriblemente mal y muchas veces ni siquiera te creen. Se requiere de práctica y decisión para mantener el optimismo cuando no tienes energía ni para sair de la cama. Pero la práctica hace al maestro, y más importante, crea hábitos. El optimiso es un hábito mental. Puedes entrenar a tu propia mente, con perseverancia, a elegir la descripción más positiva de lo que te esté sucediendo, sea lo que sea.
Esto no es lo mismo que suprimir las emociones, al contario, las emociones no expresadas crean un caos en el sistema inmune. Las emociones, positivas o negativas, deben ser sentidas y soltadas. No puedes estar enojado todo el tiempo, así como no puedes estar extremadamente felíz continuamente. Las emociones son parte de la vida, reacciones normales del cuerpo físico. Son lo que le da a la vida esa sensación de “estar vivo”. Pero eres tú ultimadamente el dueño de tus emociones y del contexto y definición que les das. He aquí la elección: Aceptar tus emociones y pensar sobre ellas de la forma que las haga positivas para tí y tu vida.
Por ejemplo, puedo estar muy enojada porque mi jefe no entiende que realmente me siento muy mal y que no lo estoy inventando por floja. Sí estoy enojada, innegablemente. Pero puedo elegir qué pensar acerca de esta situación de diferentes maneras:
1 Pobre de mí, nadie me entiende (víctima).
2 Mi jefe es una persona horrible e insensible (culpadora).
3 No sirvo para trabajar, soy inútil (castigadora).
4 Mi enojo significa que me importa mi trabajo, voy a utilizar este enojo para trabajar más duro (auto exigencia).
5 Acepto que estoy enojada, acepto que nadie me entiende pues nadie que no se haya sentido asi podría jamás entenderme, y voy a hacer lo mejor que pueda con lo que tengo, tambien aceptando que si esto no es suficientemente bueno para este empleo puedo buscar otro que me exija menos (amoros y comprensivo con tigo misma).
6 El enojo significa que estoy muy estresada, y que este empleo no cumple con los requisitos para vivir una vida que me llene, voy a buscar alternativas que sean más compatibles conmigo (ponerte a tí y tus necesidades primero).
7 Es obvio que mi jefe no me entiende, así que voy a traerle información acerca del lupus y lo voy a inviatr a unirse a mi grupo de apoyo de lupus en línea para que pueda conocerme un poco mejor (ser proactivo).
La decisión es finalmente tuya, así que elije lo que te haga sentir mejor contigo misma y con tu vida.
Hay un ejercicio muy útil para poder cambiar el punto de vista de cualquier situación. Se llama las tres sillas:
EJERCICIO DE LAS TRES SILLAS
Coloca tres sillas juntas. Dile en voz alta o mentalmente a las sillas:
Primera silla: Tu eres la niña, demandante y enfocada en tí misma.
Segunda silla: Tu eres la madre buena, comprensiva y compasiva.
Tercera silla: Tu eres la mujer sabia, que conoce la verdad superior de esta situación.
Ahora piensa en la situación que te está molestando.
1. Sientate en la primera silla y dile a la persona o situación todo lo que le tengas que reclamarle, quéjate de todo lo que tengas que quejarte. Cuando termines de decit todo lo que le quieras decir a esa persona o situación (en nuestro ejemplo a tu jefe), pasas a la segunda silla.
2. Segunda silla: Escucha activamente los quejumbres de tu niña interna, dile a esta niña imaginaria de la primera silla las palabras que necesita escuchar, comprendiéndola y reconfortándola, dale todo lo que necesite, tu atención, un abrazo, lo que sea que necesite en esta situación. Cuando termines, regresa a la primera silla y observa cómo se siente la niña. Si sigue teniendo emociones negativas, repite el ejercicio hasta que esté tranquila y reconfortada, y pasa a la tercera silla.
3. Tercera silla: Pregunta en voz alta: “¿Cuál es la verdad de esta situación?” Espera la respuesta en silencio, puede ser una idea, una sensación, una palabra, un símbolo o un color, déjala que aparezca sola. No la interpretes ni racionalices, sólo intégrala. Desde ahí vuelve a pensar en la situación y observa si algo cambió dentro de tí, cómo te sientes ahora hacia ésta.
Con la páctica ya no tienes que utilizar las sillas físicas, puedes hacer el ejercicio mentalmente, pero al pricncipio es importante colocar las sillas pues el simple hecho de cabiarte de lugar físicamente cuando has dado instrucciones precisas de lo que significa cada lugar, ya es un cambio de punto de vista en sí mismo.