Muchas veces sentimos que el amar a los demás es sacrificarnos a nosotros, que literalmente debemos sacarnos el pan de la boca y dárselo al prójimo. Mientras que este es un acto hermoso, si no nos cuidamos a nosotros, vamos a terminar por ser una carga más que una bendición. Si cada uno nos hiciéramos cargo de nosotros mismos al 100%, y sólo después de estar completamente bien nosotros nos ocupáramos de los demás, todos estaríamos bien. El mayor problema es que estamos sólo responsabilizándonos de nosotros mismos en un pedacito, no del todo. Sabemos lo que es saludable y bueno para nosotros de manera intuitiva, ya que el cuerpo es sabio, sin embargo, ¿cuántas veces lo hacemos? Pocas. Así que les propongo una cosa: escuchémonos más, actuemos más desde nuestra sabiduría interna y menos por lo que hacen los demás. Esto tendrá un efecto positivo en nuestra salud. Garantizado.